Un rascacielos ensombrece la planificación del Futuro. Defendamos nuestro Horizonte de la especulación
Es un hecho que generamos impactos imborrables en la calidad de nuestros paisajes. Y este
impacto es especialmente evidente en los frentes litorales de las costas
mediterráneas. El paisaje es
un patrimonio natural, cultural y económico que hay que proteger. Es el marco
que acoge nuestra relación con el territorio.
El Convenio Europeo del
Paisaje, firmado en Florencia en el año 2000, anima a proteger, planificar
y gestionar los paisajes europeos con vistas a conservar y mejorar su calidad;
reconociendo su valor e importancia. Sin embargo, en Málaga, (aunque no solo en
esta ciudad) llevamos tiempo comprobando que ni se protege, ni se conserva ni
se mejora, mas bien, todo lo contrario. Se viene practicando un urbanismo depredador
que empeora la calidad de vida de la ciudadanía. No somos pocas las personas y
organizaciones sociales que discutimos el diseño de ciudad que se ha ido
imponiendo, por un ayuntamiento que
prescinde de la participación de las que la habitamos. Y que aplica un
urbanismo especulativo e insostenible. Los excesos urbanísticos ya ejecutados,
y que sufriremos largos años, deben hacer reflexionar a aquellos a los que
otorgamos la responsabilidad de gestionar lo común.
Se comete un gran
pecado al transformar el suelo público en mera mercancía. Eso es lo que
sigue sucediendo. En Andalucía se estableció en 2015 un Plan de Protección del Litoral, que a duras penas intentó evitar el
“acoso y derribo” que sufrían las escasas zonas litorales bien conservadas.
Este Plan no impidió que proliferasen proyectos urbanísticos de dudosa
legalidad y necesidad. Finalmente se anuló el Plan por un supuesto defecto de
forma y no se ha vuelto a retomar, estando, como estamos en plena vorágine
especuladora con suelos públicos. Se mantienen crecimientos urbanísticos
desmesurados en los planes urbanísticos. Tras la crisis inmobiliaria, sigue habiendo
una intención clara de colmatar la mayor parte del litoral y de las áreas
metropolitanas. Tampoco se promueven iniciativas legislativas o normativas que
impliquen garantizar una mínima disciplina urbanística. Todo lo contrario, se
promulgan decretos desregulatorios como
el aprobado por el gobierno andaluz al poco de llegar al gobierno el PP. Es la
autopista por la que quiere circular el ultraliberalismo: Apelar a que la
desregulación de numerosas actividades económicas, sirve al bien superior de la creación de empleo,
y así se justifica toda actuación dirigida a su consecución, aunque no se
garanticen, por supuesto, retribuciones decentes ni condiciones dignas. Se
limitan a identificar las supuestas barreras
a la actividad económica, contempladas en los articulados de numerosas normas
que componen el cuerpo legislativo andaluz para “flexibilizarlas”.
Y las modificaciones que se
proponen de las leyes, buscan “aligerar”
los requisitos que se deben cumplir para conseguir permisos en cualquier actividad.
En el caso
del Rascacielos en el Puerto de Málaga el aligeramiento de requisitos se
corresponde con arbitrariedad en concesiones sin concurso previo,
modificaciones también arbitrarias (hechas ad-hoc) en los planes parciales del
suelo portuario, para que se ajuste la edificabilidad al interés del promotor
(que básicamente es maximizar beneficios), la ausencia de participación
ciudadana en proyectos del calibre que se pretende, que modificará muy sustancialmente
y de forma duradera la fisonomía y la
trama de la ciudad en un lugar central de la misma… La actuación planificadora
manifiesta una total ausencia de afecto por el patrimonio histórico-artístico
de la ciudad. Y para mayor descrédito de la pretendida legalidad que dicen
defender, una inicial Declaración de Impacto Ambiental (DIA) que parece
querer reírse de la “ciudadanía opositora y supuestamente antimalagueña”,
declarando con total desfachatez que el impacto visual de la estructura en
el horizonte de Málaga se limita ¡no mirando en la dirección del rascacielos!
Hay que preparar un mejor futuro que el que diseñan gobiernos
municipales despreocupados del legado que están dejando y que será, -si no lo
evitamos- mas inclemente de lo que nos gustaría.
El conflicto que se manifiesta entre las autoridades
municipales y portuarias, y una parte no desdeñable de la ciudadanía malagueña
y la totalidad de organismos nacionales e internacionales que se han
pronunciado al respecto, no deja lugar a dudas. Conflictos equivalentes podemos
rastrear en otras localizaciones del territorio peninsular, como la ampliación
del puerto de Valencia, que ya ha recibido el beneplácito del gobierno actual. Esperamos
poder frenar este proyecto antes de que pueda llegar el levantamiento de la
prohibición. Porque es de eso de lo que se trata, de que los valedores de tal
proyecto consigan que se levante la prohibición de edificar en suelo público
portuario y además habiendo autorizado un cambio en el planeamiento que aumenta
la edificabilidad desde los 6.000 m2 hasta los 45.000 m2
y que pueda levantarse hasta una altura de 150 m. Todo ello para cedérselo a un
fondo catarí y que este aproveche en exclusiva un suelo que es público
portuario.
Como diría Susan George: “Suponer que cualquier cambio [en
este caso de modelo urbano al gusto ultraliberal hacia otro diseñado entre
todas y para todas], por el mero hecho de que contribuiría a la justicia, y se
apoyaría en la lógica del interés común […] solo necesita ser explicado para
ser adoptado es una de las ingenuidades mas tristes e irritantes. Muchas buenas
personas –y, además, inteligentes- parecen creer que una vez que los individuos
y las instituciones con poder hayan comprendido realmente la gravedad de
la crisis (de cualquier crisis) y la urgente necesidad de ponerle remedio, se
darán una palmada en la frente, reconocerán que han estado equivocados hasta
entonces, y darán instantáneamente a su conducta un giro de 180 grados. ¡Ingenuos!
En la Plataforma Defendamos
Nuestro Horizonte, no somos ingenuas, por eso estamos movilizando toda la
energía de que disponemos, con una campaña en https://www.goteo.org/project/recurso-contra-el-rascacielos-en-el-puerto-de-mala para abordar un
contencioso-administrativo contra el proyecto de una administración empeñada en
desfigurar nuestro horizonte marítimo y malgastar fondos públicos en ello. En
un lugar expuesto a las inclemencias y temporales, con la subida del nivel del
mar y el calentamiento del mismo que nos viene pronosticando el cambio
climático. Este bautizado ya, Mamotreto apagaría ”la
Farola”, el BIC que mejor representa el paisaje de nuestra bahía.
Publicado el 14 de marzo de 2024 en Ecologismo de Emergencia
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