Acordar la Transición Energética

 Todas conocemos a estas alturas del siglo XXI, la dramática situación del planeta. Hay en marcha una crisis existencial de grandes proporciones, y sabemos también la enorme responsabilidad que en ello tiene una humanidad y una sociedad en franca decadencia, pero con un poder de transformación geológica y planetaria tan espectacular, que han admitido bastantes geólogos la acepción de Antropoceno a esta última etapa del periodo Holoceno que se inició tras la última glaciación.

En estos momentos, el debate social sobre cómo caminar hacia un futuro que se presenta incierto y lleno de dificultades para toda la biosfera, no se está dando con todas las garantías, sin propaganda y publirreportajes de las compañías con mayor poder económico (y por tanto político) y sin transparencia sobre intereses corporativos. Hacen falta debates locales de abajo hacia arriba que se vayan superponiendo y enriqueciendo con todas las casuísticas y dirigirlas hacia esas personas a las que damos el poder de tomar decisiones, supuestamente en beneficio de todas, aunque no está siendo así en la turbulenta época que vivimos. Porque claramente se están tomando decisiones en altas instancias globales y regionales, francamente lesivas para las mayorías de la población humana planetaria y con unos condicionantes "geoestratégicos" alejados del interés general de las sociedades humanas y de la biosfera. Desde el ecologismo se ha usado la conocida frase “Piensa global, actúa local”. Necesitamos aplicarla y avanzar en una acción sensata dirigida desde un debate a fondo, abierto y sin trampas.

Ciertamente la ventana de oportunidad para garantizar un futuro habitable y sostenible para todos se está cerrando rápidamente. Hay urgencia en implementar medidas para transitar a un modelo energético renovable, pero no de cualquier manera, no con la intensidad y a la escala propuesta e impuesta. Está en disputa el modo de hacerlo. Qué priorizar.

Los “lobbies ecologistas supuestamente dirigidos/manipulados por la industria fósil” -como se nos califica desde ciertos sectores- no pretenden retardar ni negar la necesaria transición. La ingenuidad que se atribuye a los ecologistas por parte de “técnicos muy expertos en tecnologías muy concretas”, que sacan a relucir su sapiencia con informes y datos, adolecen en no pocas ocasiones de una visión global sobre un tema que incumbe a toda la población mundial, y a los equilibrios cada vez más inestables que sostienen la biosfera, esa envoltura viva de la Tierra que estamos sobrecalentando. No se niegan datos ni se inventan otros. Se propone otra mirada, de mayor profundidad para proyectar un futuro en el que quepamos sin subyugar. Con un suelo social y respetando el techo ambiental. No somos ingenuas por aspirar a esto.

Una idea que todas tenemos clara: hay que transitar de fuentes de energía fósil a fuentes de energía renovable. Queda fuera de toda duda.

Se me ha atribuido sostener una postura equivocada por estar sustentada en tres pilares supuestamente equivocados: (1) poner un foco desproporcionado en los impactos derivados de la instalación de plantas de producción renovable, (2) subestimar la magnitud de la transición energética necesaria, y (3) apelar a falsas dicotomías.

 Renovables…SÍ

Cuestiono la transición energética no solo desde el punto de vista territorial sino también del de los materiales que requiere. Las regiones y territorios peninsulares tienen una huella ecológica que requeriría hasta 4 planetas (hablando a grosso modo, siendo mayor en la franja litoral sometida a mayor presión demográfica). Si pensamos en ese futuro habitable y sostenible que todas queremos, no hay más remedio que disminuirla, para no acabar comiéndonos el planeta en poco tiempo. Esta huella se debe en gran parte al uso intensivo de combustibles fósiles de las dos últimas centurias. Hay que electrificar con renovables lo que decidamos que es prioritario sostener. Porque no todo se podrá sostener, por mucho que se empeñen los partidarios de electrificar toda la economía capitalista derrochadora. Entonces, de partida (también de llegada) no es un no a las renovables lo que se plantea, sino un despliegue con asunción de las limitaciones a las que deberíamos atender. Y empezando a asegurar el reciclaje de materiales en la medida en que sea posible, porque no en todos los casos lo es. Con las renovables ya instaladas en España y los permisos concedidos se duplican los objetivos manifestados en el PNIEC hasta 2030. A eso se refieren muchos cuando hablan de pelotazo de las Renovables. La Planificación necesaria debe ser vinculante y no solo orientativa. En la ordenación del territorio es importante tener en cuenta a los habitantes de las zonas afectadas por decisiones sobre la planificación territorial, que no son escuchados.

 Todas las renovables que se quieren implantar requieren un montón de materias primas. Bastantes mas que las centrales convencionales con fósiles (hasta 25 veces mas materiales la eólica, y mas variedad aún de elementos críticos las fotovoltaicas o los coches eléctricos). Esos materiales críticos hay que extraerlos de algún sitio mediante minería, bien en lugares fuera de nuestros territorios o bien en ellos, y Úrsula Von der Leyen ya decretó todos los que quiere que se extraigan en territorio europeo. Es decir, se trata de decidir si queremos que los “territorios de sacrificio”, -que sí existen, aunque lo nieguen los expertos en renovables- los externalicemos o hagamos en casa la minería necesaria. En cualquier caso, serían sacrificados, sea aquí o sea fuera. Entraríamos en el debate de si, por justicia social y territorial dejamos que cada territorio pueda decidir sobre su patrimonio natural y de recursos o será sacrificado para que otros territorios puedan disponer de ese patrimonio, del que se necesitaría disponer en crecimiento exponencial. En los 25 años que llevamos de siglo, ya hemos consumido la misma cantidad de materiales (de Cu, o de otros) que en toda la historia humana anterior. Hemos sobrepasado (overshoot), la capacidad del planeta de regenerar lo que consumimos en el metabolismo económico productivo, debiendo considerar, de una vez, la necesidad de establecer límites a este elevado crecimiento para asegurar un futuro digno y habitable (economía rosquilla propuesta por Kate Raworth mediante).




Con la transición propuesta, no hay planeta suficiente para comérnoslo en el menguante primer mundo. Las periferias comprueban los efectos de la sobreexplotación en sus territorios. La UE está impulsando proyectos para extraer minerales críticos en España. La Comisión apoyará 45 proyectos en España “para impulsar las capacidades nacionales en materia de materias primas estratégicas”. Litio, níquel, wolframio, cobre, cobalto... Y otros minerales críticos en Andalucía, Castilla-La Mancha o Galicia. Si pretendemos una transición justa en que no solo el primer mundo pueda dar el salto a renovables, sería físicamente imposible. Por otro lado, la minería necesaria, hoy es fósil y difícil de electrificar. Iríamos de una dependencia fósil a otra de minería de elementos críticos. Dependencia mayor si consideramos que la transición que se propone, no solo es energética sino también digital. Y los materiales tan variados necesarios son imposibles de recuperar funcionalmente. Estas cuestiones las explica bien Alicia Valero. Se consigue mas eficiencia en el uso de energía en vehículos eléctricos que en los de combustión, pero mucha mayor ineficiencia en el uso de materiales, de los que requiere gran cantidad porque es un “ordenador con ruedas”. Hay 4 veces mas Cu en un vehículo eléctrico que en uno convencional. Y 12 veces mas en la renovable eólica que en una central convencional. Y no se descubren nuevas reservas. Así que hay una evidente y dramática desconexión entre lo físico y lo financiero. La solución pasa por una reducción de las pretensiones.

Podemos vivir sin coches o sin tablets pero no sin alimentarnos. Y estamos degradando suelos fértiles a gran velocidad por los múltiples efectos, no solo de ocupación de suelos para las muchas macroplantas de renovables, sino también por los efectos de maquinaria pesada, caminos de acceso, minería a cielo abierto y la contaminación de aguas y suelos que las acompaña.

Se me ha achacado, desde el influyente sector de quienes promueven la transición en marcha, que pongo el acento en la extensa red de alta tensión necesaria para el despliegue de renovables, y me “explican” que es un impacto que ya existe. El transporte de la energía requiere la construcción de infraestructura de transporte de electricidad (líneas de alta tensión, subestaciones, etc) ya que mover la electricidad desde los puntos de generación a los de consumo implica el despliegue de este tipo de infraestructuras. Esa evidencia no la he olvidado en ningún caso, sí he afirmado que reducir la distancia entre la producción y el consumo optimizaría el sistema y se perdería menos en mantenimiento de la red y en materiales necesarios para su construcción, porque el ahorro en materiales va a ser un elemento muy importante a tener en cuenta. La magnitud del reto que tenemos delante precisa conjugar adecuadamente cada elemento del sistema.

Se me ha cuestionado la preocupación por el territorio cuando la realidad geográfica y de usos del suelo en España, nos dice que la inmensa mayoría del territorio sufre una gran despoblación. Ello debe alertarnos sobre los motivos de que esto sea así, no alegrarnos de que haya disponibilidad de suelos supuestamente baldíos, o en proceso de grave degradación por una agricultura industrial e intensiva, usos forestales de especies sensibles al fuego en monocultivo para pasta de papel u otros usos, que acaba con la biodiversidad y con la posibilidad de evitar los grandes incendios sufridos este verano de 2025, o de la pérdida de servicios públicos en el rural que acaban vaciándolo. Que haya potencialidad de ocupación por parte de renovables no impide cuestionar su implantación indiscriminada. La Declaración Ambiental Estratégica del PNIEC dice: “Se debe garantizar la conservación de la biodiversidad, especialmente en los espacios naturales protegidos y aquellos enclaves relevantes para la conservación, así́ como la conectividad ecológica y la permeabilidad territorial.”

No existe, como nos dicen, un imaginario sobre territorios de sacrificio que tenga aceptación entre los movimientos sociales, es que hay personas que se han organizado colectivamente para defenderse del acoso y falta de diálogo con las administraciones y las empresas que las desposeen de sus derechos. Sobre la falta de cuestionamiento por parte del ecologismo, de otras infraestructuras con gran impacto, sí que se cuestionó la construcción de los miles de km. de autovías o infraestructuras de trenes de alta velocidad, con grandes impactos paisajísticos y ecológicos, que han fragmentado el territorio. Tenemos los casos de triste recuerdo de los túneles AVE de Pajares entre la meseta y Asturias y del Valle de Abdalajís en Málaga que taladraron acuíferos y dejaron muy afectadas a las comarcas que se abastecían de los mismos. Ocurre que el ecologismo en España no tiene el altavoz que sí poseen otras organizaciones políticas y empresariales. No hay subestimación del reto que tenemos delante, hay preocupación por cómo se haga.

No se trata de estar decepcionados porque la transición no acabe con el capitalismo, es preocupación por la pretensión de seguir asumiendo el incuestionado paradigma económico de crecimiento en un planeta finito. Es preocupación por querer transitar a lomos del capitalismo, lo que significa conducirnos a un peligroso precipicio sin verlo porque se nos haya amputado el instinto más básico de supervivencia. Por último, rebatir la acusación de haber caído en un escepticismo paralizante. La ventana se nos va cerrando y hay que transitar, no pretendemos paralizar, pero sí ajustar el modo. Acordar contando con todas las voces.

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