En defensa de una Renta Básica Incondicional al pasar el ecuador de la ICE que propone su debate en el Europarlamento
Durante lo peor de la crisis de deuda en Grecia, allá por 2012, los niveles de pobreza alcanzados en el país heleno nos mostraron con claridad a qué conduce una crisis económica que degrada las condiciones sociales. La deforestación en Grecia fue el primer efecto ambiental constatado, y es que, ante la imposibilidad de pagar el combustible, centenares de familias calentaban sus casas con madera extraída de los bosques que rodean Atenas provocando una muy preocupante deforestación. Es decir, no se puede, en ningún caso desligar, la situación económica, de la social y de la ambiental.
Una propuesta
planteada, y que no acaba de cuajar, para paliar la crisis social y que sin
duda, contribuiría a mejorar la económica y la ambiental, es la implantación de
una Renta Básica Universal e
incondicional. Es una medida que le daría la vuelta a la economía
especulativa y financiarizada, esa que socializa pérdidas y acumula dinero y
poder en muy pocas manos. Una medida para revertir los niveles de desigualdad
crecientes en nuestras sociedades.
No podemos
optar por una salida individual a ninguna de las crisis. No es posible la
supervivencia o escapatoria individual. La salida de todas las crisis es,
necesariamente, un deporte de equipo. Cualquiera que sea el futuro que encaremos,
nos afectará a todas.
Va a ser imprescindible
repensar el reparto del trabajo remunerado, la jornada laboral, la distribución
de la riqueza, y como digo, plantear una renta
básica.
La
estabilidad, la protección ante el despido o la negociación colectiva han sido
pilares del derecho al trabajo y de la democracia. Sin embargo, el poder
económico ha construido formas de reproducir el capital en las que el trabajo
humano es cada vez más prescindible y a la vez, mas esclavo. El empleo que
depende de la extracción de cantidades ingentes de materias primas de
territorios colonizados y de la generación de cantidades ingentes de residuos,
está llegando a su fin. Por eso, deberíamos
reflexionar sobre el objetivo último de la economía. Debería ser un instrumento
para que prospere la sociedad y no parece que sea así. La premisa del
crecimiento en que se apoya la economía neoliberal, es falaz. No puede ser que nos dediquemos a crecer y
acumular socavando las bases que sustentan nuestro mundo.
Hay que decir también, que la renta básica se
opone a la idea imperante de que el trabajo remunerado es un derecho y cambia
esta lógica por el derecho a vidas dignas. Vidas y economía que no socaven las
bases ambientales que las sostienen y que alivien la ansiedad causada por la
máquina neoliberal, con grandes corporaciones que dirigen y orientan la
política global, en beneficio no se sabe de quién.
Según un informe de Naciones Unidas,
hasta dos tercios de los empleos en los países en desarrollo podrían
desaparecer en un futuro próximo. El desempleo que genera la tecnología hará
desaparecer los modestos logros conseguidos contra la pobreza y el hambre
crecerá. Los gobiernos deben buscar respuestas, y no hay muchas opciones en
este modelo económico. Una renta básica universal puede ser “LA OPCIÓN”.
En noviembre
de 2018, la red europea de RBU incondicional se reunió en Budapest para analizar
la situación en Europa, discutir sobre la conveniencia de una posible Iniciativa
Ciudadana Europea (ICE) sobre la RBUi y el tipo de renta básica a desarrollar.
La RBU
otorga dignidad al ser humano, sin necesidad de tener que dignificarse a través
de un empleo. Es frecuentemente confundida -muchas veces, intencionadamente-
con las rentas mínimas y otros subsidios condicionados que otorga el estado a
los desempleados y personas con muy bajos ingresos. Bien al contrario, la RBUI
es un ingreso pagado por el Estado a cada miembro de pleno derecho de la
sociedad, incluso si no quisiera trabajar de forma renumerada,
independientemente de otras fuentes de rentas o de si es rico o pobre, y sin
importar con quién conviva. No sustituye a otras prestaciones universales e
incondicionales, como la sanidad y la
educación públicas. Es decir, su implantación no debe suponer merma alguna
de los servicios públicos ni de los derechos sociales (educación, sanidad,
dependencia, vivienda, etc.) que son
derechos fundamentales de un Estado Social que se considere como tal.
Es posible
garantizar una RBUI a toda la población, financiándola de varias posibles
maneras:
· con una subida de la imposición
fiscal, que hiciese que el 20% más rico de la población pagara de acuerdo a su
riqueza.
· gravando actividades que generan
beneficios a quien las acomete, pero suponen un alto coste para la sociedad.
· aumentando los impuestos indirectos a
quienes más consumen.
· exigiendo impuestos a las
transacciones financieras (tasa Tobin) y a las emisiones contaminantes.
· luchando contra el fraude fiscal y
los paraísos fiscales.
Estas
medidas no son excluyentes entre sí.
La
implantación de una RBUI favorecería los trabajos vocacionales, voluntarios, el
cuidado de los niños, de los mayores y discapacitados y dotaría a mujeres
víctimas de violencia de género de independencia económica para alejarse de su
agresor. Es la mejor opción ante la creciente automatización de las labores en
todos los sectores de actividad, ya que, con los avances tecnológicos se prevé
que desaparecerán en 20 años el 50% de los empleos actuales. (Aunque aparecerán
otros).
La RBUi es
perfectamente posible y una alternativa plausible para el futuro que
viene. Con ella tendríamos libertad para aceptar o no, según qué empleos,
y para negociar las condiciones de los mismos, o para asociarnos con otras
personas en cooperativas, o explorar modelos de trabajo asociado distintos.
“…Con la RBUI se cuestionan varias
creencias arraigadas en el sistema: la primera es la de que el trabajo (o
empleo) dignifica a los seres humanos; la segunda, que proviene de la Biblia,
nos condena a ganar el pan con el sudor de nuestra frente; la tercera, que
afirma que el sentido de la vida de las personas es el trabajo; la cuarta es la
equiparación de empleo a supervivencia; y la quinta, la de que la riqueza
actual pertenece sólo a sus propietarios “legales”, las grandes compañías
multinacionales y lobbies financieros mundiales.” Así se recoge en textos trabajados
por Humanistas por la Renta Básica Universal.
Sírvanos de
ejemplo el “Fuero de los Bosques”, publicado en 1217 en Inglaterra. Este
corto y potente documento garantizaba los derechos de los plebeyos a las
tierras comunales, que podían usar para labrar, pastar, recoger agua y para
recolectar madera o frutos. Otorgó reconocimiento oficial a un derecho humano:
que nadie debería ser privado de los recursos necesarios para el sustento. Y hoy
sabemos, gracias a la premio nobel de economía Elinor Östrom, que se gestionan
mucho mejor los recursos compartidos o bienes comunes cuando la
responsabilidad de su conservación y mantenimiento corre a cargo de los que se
benefician de esa conservación. Retomar el antiguo “Fuero de los Bosques” y el
derecho de acceso a lo común se vislumbra como la mejor alternativa.
El 25 de
septiembre de 2020 se inició una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE),
mecanismo para que la ciudadanía europea pueda someter a la Comisión y el
Parlamento Europeos una propuesta para su discusión y posible aprobación, en
este caso sobre la RBUi. Para ello hay que recoger 1 millón de firmas. Y el período para su recogida es de 1
año.
La ICE pide
a la Comisión Europea que elabore una propuesta para introducir rentas básicas
incondicionales en toda la UE, que reduzcan las disparidades regionales y
fortalezcan la cohesión económica, social y territorial de la UE. La recogida de firmas se extenderá
hasta el 25 de septiembre de 2021. El sitio web de recogida de firmas que
facilita la UE es: https://eci.ec.europa.eu/014/public/#/screen/home
La
conclusión de esta “historia” que os cuento es pediros esa firma para poder lograr
el objetivo. Aún quedan algunos meses por delante. Creo que es un debate
necesario.
Artículo
publicado en la revista El Observador el 29 de marzo de 2021
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