#25Nov. Demandando una transformación de la realidad, opresiva y violenta contra las mujeres
Historias de feministas y feminismos, adjetivados de formas diversas, todas conocemos unas cuantas.
Historias conocidas de abusos del sistema
“patriarcal”, sobre todos los ámbitos de la vida de las mujeres, (ese sistema que
ha organizado la sociedad reservando la autoridad exclusivamente al hombre).
Historias de cómo afrontamos esos abusos como colectivo y como mujeres
individuales también, de cómo vivimos, procesamos o nos adaptamos a las pautas
y patrones de comportamiento que se nos quieren imponer y de hecho se nos han
impuesto desde hace centurias. De todo eso hablaremos y oiremos hablar hoy con
profusión. Hoy 25 de noviembre, día en que la comunidad internacional quiere
dedicar el día a la eliminación de la
violencia contra la mujer.
El objetivo
que entiendo primordial del feminismo es lograr la igualdad de
derechos entre hombres y mujeres, y eliminar la dominación y violencia
ejercida por hombres sobre mujeres, en el entendido de que el sistema político,
social y económico que nos gobierna es profundamente “patriarcal” y por ello causante de la desigualdad estructural que un
día como hoy, denunciamos con fuerza, y lo seguimos haciendo el resto de días
del año. Y con la esperanza de que cambie esta realidad para todas las féminas
porque ello querrá decir que hemos conseguido una sociedad mas justa y feliz.
Asumiendo
que todo lo personal es político, entramos como mujeres ideológica y
políticamente armadas, a dar, cada cual su batalla, en los ámbitos y entornos
en que transcurre nuestra actividad diaria. Queremos entender el mundo tal y
como está configurado y queremos saber por qué se ha organizado precisamente
así, según la voluntad patriarcal. Porque solo entendiendo sus mecanismos
lograremos cambiarlo. ¿En qué forma se puede mejorar la vida colectiva acabando
con la subordinación de las mujeres? ¿cómo se usa y/o malgasta “el
poder” en mantener subyugada y en permanente subordinación a la mujer
en la sociedad? ¿Qué hacer para que se produzca el cambio? ¿Para que
desaparezcan la sumisión y la subordinación de la mujer?
Las mujeres
nos hemos visto empujadas a reivindicar derechos, crear redes y subvertir la
marginación política y social a lo largo de la historia. Queremos construir un
futuro mejor, y no solo para nosotras.
Afirman en
el Manifiesto de las Mujeres de la Vía Campesina: “…Unidas ante
el imperativo ético y político de defender el derecho a la alimentación, la
agricultura campesina, la defensa de la biodiversidad, de nuestros bienes
naturales y la lucha por poner fin a la violencia en todas sus expresiones,
agudizada ante este sistema económico capitalista y patriarcal.”
Conectan así, estas mujeres, en este párrafo, la crítica feminista en
el mundo campesino, con la crítica a la dominación capitalista que causa todo
tipo de violencia contra la mujer y contra la naturaleza.
Se trata de
batallar a diario por la defensa de los espacios y los cuerpos, por la defensa
de la tierra, contra el saqueo y la devastación que provoca el capitalismo -que
se acompaña y sustenta en un ideal patriarcal-, solo preocupado por hacer girar
la rueda del mercado, -oferta y demanda- como fin último y absurdo. ¿El medio
para conseguirlo?, subyugando y oprimiendo a la mitad femenina de la humanidad,
las mujeres; además de a colectivos artificialmente clasificados para poder
señalarlos, denigrarlos y explotarlos mejor. Es decir, se trata, desde el
feminismo, de cómo lidiar con los problemas más acuciantes de nuestro tiempo,
que son los problemas causados por el capitalismo global, que se ensaña
especialmente con las mujeres, sirviéndose del modelo patriarcal para perpetuar
privilegios.
A estas
alturas, son mas que evidentes los efectos del neoliberalismo en el género; así
como las interrelaciones entre desarrollo,
crisis socioeconómicas, subordinación femenina y género.
Dado que el
capitalismo global es un problema cada vez de mayor calibre, y sus crisis
aumentan en número e intensidad, habrá que desconfiar de medidas que se
propongan para integrar a las mujeres en los procesos de crecimiento económico:
la única solución viable para acabar con la explotación y abuso sobre ellas, es
un cambio socioeconómico en gran escala. O, dicho de otra forma, las tesis
feministas no son compatibles con el capitalismo, ese que está dando la
penúltima vuelta de tuerca a la explotación masiva de la biosfera y recursos
materiales y humanos.
El feminismo
político lucha por mejorar el futuro del mundo y no puede encerrarse en una
estrategia única, sino ser un movimiento amplio que articule las batallas
contra las diferentes facetas de la injusticia de género: políticas, culturales
y socioeconómicas. Esto precisa de un esfuerzo colectivo. Porque la
precarización de la vida en general se ceba con especial intensidad en las
mujeres, generando una vulnerabilidad que no debe ser aceptada en ningún caso.
Por tanto, como
todo lo personal es político y el feminismo es ambas cosas, trabaja en la
formulación de alternativas políticas y económicas al neoliberalismo. La economía
feminista es buena prueba de que, para acabar con el neoliberalismo hay
alternativas. Y en ese sentido, hay que mantenerse alerta, para evitar el
riesgo de entrar en el juego del razonamiento neoliberal o de servir a sus
procesos de reestructuración. Además, en una era de redes enmarañadas, que
amoldan su cosmovisión a las circunstancias que nos envuelven y que son tan cambiantes,
necesitamos un «feminismo fluido», es decir, un feminismo que sea adaptable sin
perder su esencia.
En realidad,
una tarea colosal en la que andamos embarcadas y cuyo utópico objetivo es dar
un vuelco a la organización social que nos ha mantenido aprisionadas en roles
de subordinación a lo largo de la historia, y perduran hasta hoy porque el
sistema necesita mantenernos en situación de injusta precariedad y de
sometimiento.
¡Hacia esa
utopía vamos!
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