Wangari Maathai, la mujer ÁRBOL. Semillas para cambiar el mundo
Bióloga y
ecologista, políticamente algo anarquista, y con la conciencia clara de que
desde la política hay que actuar para mejorar la sostenibilidad, la vida de la
gente, y la de las generaciones futuras; y que eso depende del mantenimiento de
los ecosistemas donde nacemos, vivimos y nos desarrollamos.
Más de 47
millones de árboles plantados gracias a su impulso. Su herencia incluye también
una lección: la lucha por el medio ambiente es una suma de luchas. Puso bajo el
mismo paraguas el desarrollo sostenible y los derechos humanos. Algo que ya
nadie discute. A través de su trabajo como voluntaria en diversas asociaciones,
le resultó evidente que la raíz de la mayoría de los problemas de Kenia estaba
en la degradación medioambiental. "La paz en la Tierra depende de
nuestra capacidad para asegurar el medio ambiente” afirmaba.
Maathai se
situó al frente de la lucha por el desarrollo económico, cultural y ecológicamente
viable en Kenia y en África. Ese fue el motivo que llevó al comité del Nobel de
la Paz a su concesión a la primera mujer africana. Al recibirlo en Oslo, la que
algunos bautizaron como la MUJER ÁRBOL
dijo: "La industria y las instituciones internacionales deben comprender
que la justicia económica, la equidad y la integridad ecológica valen más que
los beneficios a toda costa".
Cuando recibió el Nobel, tenía 3.000
viveros atendidos por 35.000 mujeres
Wangari
Maathai, (Kenia, 1940) tuvo una vida muy poco común para una africana de su
generación. Aunque como casi todas las niñas iba a por agua, ella logró
estudiar. Gracias a una beca, se licenció en Biología en Estados Unidos. Volvió
a Kenia con la independencia recién estrenada en su país e inició el camino del
activismo.
La primera
doctora universitaria en África oriental, comenzó por dar la batalla en defensa
de la libertad de cátedra en un país que se encaminaba hacia el autoritarismo y
la corrupción. Entró en la Asociación de
Mujeres Universitarias, donde se luchaba contra de la discriminación salarial
de las profesoras frente a sus colegas masculinos. Trabajó con mujeres del
campo, cada vez más deforestado y con problemas como inseguridad alimentaria,
malnutrición; falta de agua, de leña y de ingresos. Les decía: 'Si no tenéis
leña, plantad árboles". Surgía así el Movimiento
Cinturón Verde. Las mujeres empezaron a gestionar semillas y a plantarlas.
Primero en sus parcelas, luego en los terrenos públicos con el apoyo del Green
Belt Movement.
Las batallas
la llevaron varias veces a la cárcel. Su lucha -y la de sus miles de
seguidores- evitaron que se construyera un rascacielos en el mayor parque de
Nairobi o que se privatizara un espacio natural de la capital keniana para
construir chalés.
Recibió
el Premio Nobel de la Paz en 2004 por "su contribución al
desarrollo sostenible, la democracia y la paz". En 1977 fundó el
Movimiento Cinturón Verde (Green Belt Movement), por el que obtuvo en
1986 el Premio al Sustento Bien Ganado.
Maathai
conectó sus ideas de recuperación ambiental con la necesidad de dar empleo a
los parados, lo que la llevó a fundar una empresa dedicada a la reforestación.
Así alentó a las mujeres de Kenia a crear invernaderos por todo el país,
buscando semillas en bosques cercanos para sembrar árboles oriundos de la zona.
Acordó pagar a las mujeres una pequeña remuneración por cada semillero que
fuese plantado en otros lugares.
La relación
entre mujeres y conservación de las semillas es algo transversal a distintas
culturas y una base fundamental de la soberanía alimentaria. En muchos lugares
son ellas las “guardianas de las semillas”.
El
movimiento recibió fondos de la Sociedad Noruega de Silvicultura, del Fondo Voluntario para Mujeres de Naciones
Unidas y esto permitió su expansión.
Naciones
Unidas celebró la tercera conferencia de mujeres en Nairobi y Wangari organizó
seminarios y presentaciones para explicar el trabajo del Cinturón Verde en
Kenia. La conferencia ayudó a expandir la recaudación de fondos para el
Movimiento Cinturón Verde y a que se estableciese fuera de Kenia. En 1986, con
financiación de la UNEP, el movimiento se expandió por toda África y condujo a
la fundación de la Red Pan-Africana del
Cinturón Verde. Cuarenta y cinco representantes de quince países africanos
viajaron a Kenia durante los siguientes tres años para aprender a realizar
programas similares en sus países para combatir la desertificación, la
deforestación, la crisis de agua y la hambruna rural. El gobierno de Kenia
solicitó que el Movimiento Cinturón Verde se escindiera del Consejo Nacional de
Mujeres de Kenia, al pensar que la organización debería enfocarse solamente en
los asuntos de las mujeres, no en temas ambientales. Es como si quisieran
separar el ecologismo del feminismo. Imposible.
Recibió
diversos premios: Premio
Ambiental Goldman y en Londres el Premio
al Liderazgo en África.
También
se preocupó de impulsar la democracia
Durante las
elecciones de 1997, Maathai quiso presentarse al Parlamento. Le cuestionaron
que diese ese paso, pero, parece razonable que fuese consecuente e intentase
entrar en política para que su intenso activismo se tradujese en los cambios
normativos que quería que se hiciesen desde la política.
En 1998,
Maathai tras enterarse de un plan del gobierno para privatizar grandes áreas de
tierra pública en el Bosque Karura a las afueras de Nairobi, y dárselas a
partidarios políticos, como hiciera en el parque del centro de Nairobi, donde
se pretendió construir un complejo de 60 plantas para albergar un centro de
negocios, oficinas, auditorio, galerías, centro comercial y aparcamiento para
2.000 vehículos, manifestó su protesta mediante cartas al gobierno y a la
prensa. Fue con el Movimiento Cinturón Verde a Karuna, a plantar árboles y a
manifestarse contra la destrucción del bosque. A principios de 1999, con
miembros del parlamento en la oposición, periodistas, observadores
internacionales y miembros del Cinturón Verde volvieron al bosque a plantar un
árbol en protesta. Fueron atacados sin que la policía interviniese, pero se
filmó y el suceso provocó indignación internacional. Al mismo tiempo, hubo
protestas estudiantiles en Nairboi hasta que el presidente anunció que prohibía
cualquier adjudicación de tierra pública. Así ejercía su activismo político.
Pasado un
tiempo, el gobierno volvió a adjudicar tierra pública a sus partidarios. Pero
la figura de Wangari ya tenía el peso suficiente como para que sus luchas
fuesen conocidas y defendidas.
Maathai volvió
a presentarse al parlamento durante las elecciones de 2002, esta vez como
candidata de la Coalición Nacional Arcoiris,
que unificó a la oposición y derrotó al partido en el poder (Unión Nacional
Africana Keniana). En 2003, fue nombrada ayudante del ministro de
Medio Ambiente y Recursos Naturales, cargo que ejerció hasta finales de 2005.
En 2012, tras su muerte, la Asociación de Colaboración en materia de
Bosques ACB, un consorcio internacional de 14 organizaciones,
secretariados e instituciones trabajando en problemas forestales
internacionales, instauró el Premio Wangari Maathai paladines del Bosque para
honrar su memoria.
En palabras
suyas, la mejor recomendación:
…“No hay nada más bello que cultivar
la tierra al anochecer. En ese momento del día en las tierras altas, el aire y
la tierra son frescos, el sol se está poniendo, la luz del sol es dorada sobre
las cordilleras y las copas de los árboles, y suele haber brisa. Mientras
retiras las hierbas y presionas la tierra alrededor de los cultivos te sientes
feliz, y desearías que la luz perdurara para poder cultivar más. La tierra y el
agua, el aire y el fuego menguante del sol se combinan para formar los
elementos esenciales de la vida y me revelan mi parentesco con la tierra…”
Publicado en Blog Sostenible el 12 de mayo de 2020
https://blogsostenible.wordpress.com/2020/05/12/wangari-maathai-la-mujer-arbol-semillas-para-cambiar-el-mundo/
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