¿PORQUÉ SOSTENER EL CAPITALISMO ULTRALIBERAL EN UN MUNDO AGOTADO?
La Tierra es un sistema autorregulado que comprende todas las formas de vida, el aire, el océano y las rocas de la corteza. Regula su clima y su química. Pero estamos asistiendo a un proceso de desregulación del mismo provocado por la especie humana. Hemos dopado el sistema por un uso inmoderado de energía fósil, generando un sobrecalentamiento que provocará cambios sistémicos dirigidos hacia un nuevo equilibrio. Y no sabemos bien con qué consecuencias.
Esta
complejidad autorregulada, se manifiesta, por ejemplo, con un nivel de
salinidad oceánica inestable que se corrige continuamente, porque interactúa
profundamente con los seres vivos y los entornos que la determinan. O,
expresado de otra forma, la vida deja huellas químicas, reutiliza sus
productos, tiene ámbito global y se automantiene mientras las condiciones lo
permitan.
Esta complejidad se ve profundamente alterada
por el sistema económico vigente. Así, resulta que la naturaleza es el mayor obstáculo para el futuro del sistema de “libre
mercado” y estamos viendo que, a medida que CRECE la actividad económica, la escala global de esa actividad
está ejerciendo una presión extrema sobre los límites de la biosfera y amenaza
nuestro futuro tras haber sobrepasado algunos umbrales naturales. Caminamos en
la cuerda floja. Y ello porque vivimos hoy en un mundo trágicamente mal
gestionado.
Vivimos hoy
una realidad que nos muestra que el crecimiento
en que basamos este modelo de “libre mercado” es antieconómico, y es que,
los aumentos de producción se efectúan a expensas de recursos y bienestar que
tienen un valor superior al de los elementos producidos. Hemos llegado al punto
en que habrá que reconocer que el crecimiento, ese concepto totémico para
gobiernos y economistas es el gran error neoliberal que nos acerca al
precipicio.
Ahora habrá
que buscar alternativas reales y criterios que nos orienten sobre futuros
posibles que nos permitan, no solo sobrevivir, sino hacerlo con cierta
prosperidad y en condiciones benignas.
Hay economistas heterodoxos trabajando
distintas propuestas. Herman Daly (economista
ecológico estadounidense) propone alcanzar un estado estacionario, asumiendo
que la economía es un subsistema dentro de otro mas amplio, la ecosfera, que es
finita, no se expande y esta materialmente cerrada. Y distingue entre
crecimiento y desarrollo. El crecimiento es un concepto físico, cuando algo
crece se hace mas grande. El desarrollo es un concepto cualitativo, algo
mejora. Y el planeta Tierra en su conjunto no está creciendo, pero está
evolucionando, ya sea de manera positiva o negativa. El progreso debe ir por el
camino de la mejora, no del aumento. Pero tiene que darse una nivelación en que
la población y la riqueza dejen de crecer, mientras el arte de vivir continúe mejorando.
André Gorz (filósofo y periodista y uno de los
principales teóricos de la ecología política) plantea determinadas cuestiones
que deben necesariamente desmercantilizarse.
Troy Vettese (investigador sobre la historia de
las arenas bituminosas de Canadá) habla
de la necesidad de reducir el consumo de energía y de su preocupación (que es
la de muchas) por la actual hemorragia de especies de flora y fauna que se está
produciendo a un ritmo entre mil y diez mil veces superior al normal; una
velocidad solo comparable a la última gran extinción, siendo la principal causa
de la extinción, la pérdida de hábitats. Por ello plantea actuar sobre tres
objetivos fundamentales, geoingeniería natural, biodiversidad y sistemas de
energías renovables.
(Robert Pollin (profesor, escritor y
economista estadounidense) opina que se necesita un new deal verde en el
que es imperativo que crezcan masivamente algunas categorías de actividad
económica, las asociadas con la producción y distribución de energía limpia.
Por supuesto para que se reduzca drásticamente y sin demora el consumo de
petróleo, carbón y gas natural, que genera el 70% de las emisiones responsables
del cambio climático. Entendiendo que construir una economía verde supone mas
actividades intensivas en trabajo que mantener la actual infraestructura
energética mundial basada en los combustibles fósiles. Es decir, lograr una
transición justa creando empleo, ya que se crearía mucho mas empleo que si se
mantuviese las infraestructuras de combustibles fósiles. Aunque no se
garantizasen retribuciones decentes a los trabajadores.
Hay otros
pensadores e investigadores que contribuyen a enriquecer el debate. Lo hizo Lynn
Margulis, ofreciéndonos una lección sobre las ventajas y beneficio mutuo que se consiguen con la
cooperación, mas que con la competencia, y que podemos aplicar a nuestras
sociedades. Lo hizo Susan George, explicándonos magistralmente las amenazas de
los mecanismos perversos del capitalismo ultraliberal…
Hay
aportaciones significativas y propuestas a incluir en programas de futuro; que pueden
ser mas o menos viables; mas o menos deseables. Pero lo que está claro es que
no podemos salir de esta crisis aplicando las mismas recetas que se venían
aplicando hasta ahora. Hay que diseñar y probar estrategias que nos permitan
superar la ruina a que nos lleva el sistema capitalista. Eso sí es una
evidencia.
Es triste
que no nos tomemos las cosas en serio hasta que empeoran mucho y sea una gran
convulsión ecológica la que nos convenza de que el actual paradigma económico
es insostenible. Ya hemos asumido muchos costes y hay que poner en marcha
acciones alternativas, dirigir nuestros esfuerzos en su búsqueda. Y sorprende y
preocupa que no se de una reflexión y debate en profundidad sobre el futuro a
construir, implicando en el debate a toda la sociedad. Porque del necesario
debate deben salir propuestas de tránsito que nos ayuden a limitar el deterioro
general ecológico, social y económico. Hay que abordar un plan global de
acción.
Una medida
imprescindible tiene que ver con repensar el reparto del trabajo remunerado, la
jornada laboral, la redistribución de la riqueza, y la renta básica. La economía capitalista ha construido formas de
reproducir el capital en las que el trabajo humano es cada vez más
prescindible. La extracción de cantidades ingentes de materias primas de
territorios colonizados y la generación de cantidades ingentes de residuos se
logra con ingentes cantidades de energía y menos “trabajo humano”. Ante un
menor requerimiento de tiempo de trabajo humano global, se impone una reducción
fuerte del tiempo de trabajo, que permita reducir la producción total (menos
presión a la naturaleza) y un mayor y mejor reparto del trabajo entre toda la
población activa, esta es una cuestión fundamental. Lo estamos viendo en la
crisis que nos tiene encerradas en casa. Y en las medidas que nuestro gobierno
está poniendo en marcha para paliarlo. Y en los grandes aumentos de desempleo
que se están produciendo.
La actual
crisis debe impulsar a los gobiernos a hacer frente a los desajustes generados
por esta economía disfuncional que trata a la naturaleza, en términos de
mercado, como “capital natural”
explotable. Y esta es la oportunidad que nos ofrece esta crisis. No la dejemos
pasar.
Publicado en
Contrainformación el 3 de abril 2020
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