ARRAIJANAL: ADIÓS AL ÚLTIMO FRAGMENTO NO ALTERADO DEL LITORAL DE LA CIUDAD DE MÁLAGA
Es como la crónica de una muerte anunciada. No por postergada, menos triste.
En
septiembre de 2014 ya escribí sobre la inconveniencia de encementar o
impermeabilizar ese último tramo que nos quedaba en el litoral oeste de la
ciudad de Málaga. Y no fui ni la primera ni la única que lo hizo. Aunque puedan
considerarse voces minoritarias, representan a ciudadanas a las que les duele
el uso especulativo que se hace una y otra vez del patrimonio de todos.
Sumaban ya
algunos años de amenazas varias, con proyectos varios, e incluso expropiaciones
ejecutadas, en teoría por un interés social o de utilidad pública. Y es para
muchos malagueños como una amarga burla, pensar que tenga justificación en el
interés general, algo que perjudica seriamente al patrimonio común. Porque
difícilmente se puede entender que ceder suelo público durante 75 años a un
jeque para que haga negocios privados suponga ningún beneficio que venga a
suplir lo que se perderá en términos de conservación de espacios valiosos desde
el punto de vista ambiental, ya que alberga comunidades vegetales incluidas en
la Directiva Europea de Hábitats, con ecosistemas dunares en evolución, cumple
una importante función de colchón amortiguador de impactos hacia el Paraje Natural de la Desembocadura del
Guadalhorce y permitiría hacer de corredor ecológico necesario para
conectar con dicho paraje o con la cercana Sierra. Más importante si cabe, en
este caso son los relevantes restos arqueológicos existentes en la zona, que
habrían de conservarse en el mismo lugar y que, sin embargo, quedarán
sepultados bajo cemento.
¿Cuánta
costa sin urbanizar nos quedará como patrimonio natural después de este último
golpe asestado al litoral metropolitano? Desde luego, no parece que estas
cesiones de suelo a un privado y para explotación privada, en semejante lugar,
sea defender el “interés general”. De hecho, el jeque ha creado una
fundación sin ánimo de lucro “ad hoc” y el ayuntamiento ha modificado para ello
las ordenanzas municipales con objeto de que se acortasen los tiempos
necesarios para calificarla como de interés público.
Conservar
suelo sin impermeabilizar y sin urbanizar es importante por el hecho de que
este es un recurso, como el agua, y ambos, suelo y agua, son de los más
amenazados. No es necesario ni el lince, ni el flamenco, ni especies
emblemáticas para que se respeten estos dos recursos. La “peculiaridad” de ser
de los últimos tramos sin encementar del litoral
metropolitano malagueño es más que suficiente argumento, y el objetivo debiera
ser ponerlo en valor y no dedicarlo a una escuela de futbol que será sólo el
embrión de lo que vendrá detrás, como así nos dice la experiencia previa. El
equipo de gobierno de Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, entiende la
ciudad como una máquina de generar crecimiento económico. Les parece la única
manera de entender el desarrollo. Los terrenos del antiguo terminal petrolífero
de Repsol, donde la ciudadanía reclama un bosque urbano, y la playa de
Arraijanal son dos ejemplos claros.
La zona ha
venido padeciendo una gran presión urbanística (Plaza Mayor, Decatlon, Leroy
Merlín, Ikea, etc). Y la autovía se colapsaba y se sigue colapsando en los
viales de acceso de estos espacios comerciales. El proyecto del jeque empeorará
la situación al seguir “cargando” la zona con focos de afluencia de vehículos y
limitando la capacidad de infiltración del suelo en la zona, modificando y
probablemente limitando las vías de agua que vierten al mar parte del agua, en
ocasiones en forma de avenidas que busca el mar por este paraje. Merece la pena
recordar que esta zona era inundable por el río Guadalhorce y la urbanización
Guadalmar estuvo en riesgo hasta que se procedió a la regulación mediante el
segundo cauce en el paraje natural de la desembocadura del Guadalhorce.
Teníamos un Plan
de Protección del Litoral Andaluz, ahora mismo tumbado en los
tribunales, que debía proteger tramos del litoral en peligro, a causa del
exceso de hormigón y cemento que altera la biodiversidad costera, desestabiliza
las playas y modifica diversas dinámicas naturales litorales.
Ciudades
como Alicante, Málaga, Valencia o Barcelona son, de las ubicadas en el litoral,
las que más han construido en su costa.
En la
declaración de impacto ambiental de la revisión/adaptación que se hizo sobre
el PGOU de Málaga hace ya
un tiempo, se señalaba que la playa y el arenal litoral de la
finca Arraijanal eran el último tramo de playa no
urbanizada del municipio de Málaga, conservando importantes rasgos ecológicos
naturales, lo que hacía de ese espacio, un lugar único y singular a la escala,
no sólo de la ciudad, sino de la aglomeración urbana de Málaga. La provincia,
descontando las desembocaduras de los cursos fluviales, y parajes protegidos,
está urbanizada y hormigonada en un 80%. Por eso, Arraijanal debía ser un valor
a proteger. De hecho, la Junta de Andalucía, preguntada respecto al proyecto en
sus terrenos, insiste en que parte de ellos los dedicará a crear un gran parque
metropolitano de 54 hectáreas que según el Plan de Ordenación Territorial de la
Aglomeración Urbana de Málaga (POTAUM) de 2009, iba a preservar los terrenos de
la construcción. Y es evidente que no había necesidad de ceder esos suelos para
instalaciones deportivas y aparcamientos, ya que había otros suelos reservados
para ello, por lo que permutar por estos en el litoral solo puede entenderse en
términos especulativos. No sé si sería
de interés para el jeque usar los terrenos ya reservados en otro lugar, pero
desde luego, sí convendría más al interés general, porque el interés general no
es colmar las apetencias de un jeque.
Se presentaron hasta 60.000 firmas para proteger esta última playa de
Arraijanal.
Vecinos de
la zona, movimientos sociales,
asociaciones como Ciriana, Ascusve, Torre Vigía, representantes
municipales, partidos políticos, Plataformas como Málaga No Se Vende…siguen
solicitando la creación de un parque marítimo terrestre y arqueológico
de Arraijanal; que se recuperen y pongan en valor las ruinas de un antiguo
puerto pesquero romano y se conecte con el paraje natural de la desembocadura
del Guadalhorce, recuperando el yacimiento fenicio del Cerro
del Villar.
Ese sería un
futuro para el espacio litoral de Arraijanal más acorde
al interés general. De momento parece tristemente truncado.
Publicado en
el Asombrario el 22 de agosto de 2018
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