¿NECESITA LA SERRANÍA DE RONDA AUTOVÍAS QUE LA FRAGMENTEN?
Ronda se eleva a 170 m sobre el río de
Gaudalevín, en un paisaje montañoso, majestuoso. Cuenta con un patrimonio
cultural muy importante, presentando diversas arquitecturas que sus habitantes fueron
levantando a lo largo de la historia. Posee un paisaje idílico… Todo ello la
hace merecedora de captar el interés de cualquier visitante que se acerque a
conocerla. Y por supuesto son de gran interés todos los pueblos de la serranía
y la propia naturaleza que los alberga.
En multitud de ocasiones en los parlamentos,
autonómicos o central, se defienden iniciativas para construir infraestructuras
de transporte, fundamentalmente autovías, vías de gran capacidad que ni mucho
menos garantizan, como así se insiste, en la mejora de las economías de los
territorios para los que se reclama.
Se pueden usar argumentos de reequilibrio
territorial, de evitación de despoblamientos en zonas rurales, de mejora de las
comunicaciones, de activación económica… Ninguno de estos argumentos explica o
razona porqué se considera que trazar autovías conlleva esos beneficios. Es
como una idea sin base real que la sustente, pero que se da por cierta.
Para que tuvieran justificación obras de tal
calibre, como las que algunos reclaman en la Serranía de Ronda, como mínimo habría
que acreditar una densidad mínima de tráfico que la respaldase, y que
justificase el enorme impacto ambiental de fragmentar el territorio. Las
autovías son barreras físicas y para la fauna y esta fragmentación
condicionaría el desarrollo posterior de comarcas que durante siglos han
evolucionado en relación a sus recursos locales, que en el caso de Ronda son
abundantes y ligados a una prosperidad que no precisa la construcción de
autovías, sino preservación de sus paisajes.
Los datos que se dan para justificar la
petición de autovías en la serranía de Ronda, sobre el descenso poblacional de
los municipios del Valle del Genal y de la propia ciudad de Ronda, ciertamente
nos hablan de que se deben tomar medidas que palíen esta situación. Situación que
es compartida con otras muchas zonas rurales, tanto en Andalucía, como de forma
mucho mas grave en comarcas como las que se incluyen en lo que se ha dado en
llamar la Laponia española, que tiene densidades de población irrisorias
y equiparables a las de una zona de la Tierra tan inhóspita como Laponia, con
el índice de densidad demográfica más bajo de Europa: menos de ocho habitantes
por kilómetro cuadrado. Y es que la despoblación es un mal que atenaza a la
España rural. Hay una realidad tan cruda como real que habla de casas vacías,
de calles en silencio, de furgonetas trayendo el pan tres veces por semana, de
centros de salud a una hora de distancia por carreteras mal asfaltadas, de
pueblos sin Internet e incluso sin luz, de inviernos demasiado largos y
demasiado fríos, de olvido, de nostalgia, de tristeza y de muerte. Este
sombrío panorama, sin embargo, no es el que presenta nuestra serranía
afortunadamente.
Estaría bien que quien propone tales proyectos
estudiara otros enfoques como la siguiente reflexión generada por María Pilar
Burillo, investigadora de la Universidad de Zaragoza, que ofreció el
diagnóstico exacto sintetizado en un término acuñado por ella misma: ‘DEMOTANASIA’.
Construido con la raíz griega demos (población) y tánatos, que alude a la
muerte no violenta. La definición literal elaborada por Burillo dice así: “Un
proceso que, tanto por acciones políticas directas o indirectas como por la
omisión de las mismas, está provocando la desaparición lenta y silenciosa de la
población de un territorio, que emigra, y deja a la zona sin relevo
generacional. Y hay un responsable directo de esta situación de
despoblación, que es el sistema económico y social en el que se apoya el
capitalismo. Este se ha ido aprovechando sucesivamente de las zonas deprimidas
demográficamente: Primero las vacía de gente reclamando mano de obra, después
usa sus recursos sin mesura, sus productos agrícolas y ganaderos. Y después la
utiliza como retiro de fin de semana. La España urbana ha utilizado a la España
despoblada a su conveniencia, sin preocuparse nunca por su estado de salud ni
por su futuro.
No existe un recetario único contra la
despoblación, pero sí que hay que superar los desequilibrios territoriales. Y
eso se hace desde la transversalidad e implicación de distintas consejerías o
departamentos ministeriales para implementar políticas que garanticen empleo,
bienestar y servicios públicos de calidad, no solo mejorando las comunicaciones
e infraestructuras de transporte.
Que las carreteras de Ronda necesiten mejoras,
no implica necesidad de construir vías de gran capacidad que tendrían un fuerte
impacto en un territorio privilegiado, fragmentándolo y deteriorando sus
paisajes.
Debimos
iniciar el camino hacia otro modelo de movilidad para Andalucía y para la
comarca de la Serranía de Ronda hace tiempo. Tenemos en Málaga ejemplos de
autopistas, como la AP-46 que no ahorra una cantidad de tiempo significativa y,
por el contrario, aumenta el consumo de combustible por permitir una conducción
mucho más veloz. ¿Es eso lo que se pretende solicitando la construcción de
autovías que comuniquen a Ronda con Antequera, con Ardales y Málaga, o con
Sevilla? Son proyectos con alto impacto ecológico. Sin embargo, resulta vital
una red ferroviaria a nivel regional y provincial que haga del transporte
público y colectivo la mejor opción para la movilidad malagueña y también
andaluza.
Deberíamos recordar que el problema derivado de la escasez de combustible, y los
precios que no van a dejar de aumentar, hacen recomendable la apuesta estratégica
distinta al transporte privado, y al crecimiento de la red de vías de gran
capacidad.
Y es que la enorme y descompensada inversión en carreteras durante años,
ha tenido claras repercusiones en su preponderancia como medio de transporte
principal en mercancías y viajeros. Y eso necesariamente debe cambiar. Debería
ser estratégico para Andalucía lograr cambiar los porcentajes del transporte,
trasvasando al ferrocarril, que es mas eficiente y limpio, en lugar de plantear
autovías. Por ser la alternativa mas viable, económica, social y
ambientalmente.
Con el debate abierto de una ley andaluza de Cambio Climático en
la que se exigirá una reducción de emisiones difusas, de las que es
responsables en gran medida el transporte por carretera no tiene mucha lógica
insistir en desdobles de carreteras, o construcción de nuevas autovías.
Publicado en Andalucía Información el 16 de julio 2018
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